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La era del anti “influencer” ha llegado a Tlaxcala

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El término “influencer” es un anglicismo introducido a la cultura pop de todo el mundo resultado de la comunión entre una figura popular en el mundo digital y su capacidad para vender cualquier producto de origen es un término romantizado por la cultura estadounidense para dar la ilusión de generar una oleada de costumbres y conductas con un valor “positivo” que además de inventado resulta risible

En nuestro país pese a ser un fenómeno relativamente nuevo ya se avistan los primeros “influencers” en ecosistemas que van desde lo nacional hasta lo local, convirtiéndose más en instrumentos de control que en personajes destacados por sus aportaciones académicas, profesionales o de vida.

Hace apenas un par de días, la Secretaria de Turismo encabezada por Josefina Vázquez Zamora dió a conocer una lista de 8 influencers, quienes participaron en una campaña turística para promocionar Tlaxcala, pero ¿cuál es la aportación de estos personajes? ¿En dónde radica su influencia en el mundo u otras personas?

Nos tuvimos que aventurar investigar a estos personajes con el simple objetivo de desmitificar la falsa y absurda idea del influencer y los resultados son exactamente lo que pensábamos, personajes que viven exclusivamente para decir en donde comen, a donde van, cual es el lugar a donde ir, familiares de políticos con historiales de desfalco y acoso que en su afán recurren a la comedia para dar todo menos risa, actrices y hasta personajes acusados del pésimo trato que dan a sus trabajadores pero que se ondean en la superioridad moral como si no existiera la memoria

Existe un público generalmente «aspiracionista» que permite a estos personajes coexistir en lo que consideran un “estilo de vida” ideal, pero poco a poco se rompe y se reconecta con elementos y personajes de un valor distinto.

No necesitamos que nadie nos diga qué hacer, en dónde comer o en qué gastar lo que ganamos y que personajes de esta índole que se autodenominan “Influencers” lo pretendan resulta una burla frontal a nuestro intelecto.

Afortunadamente el internet ha hecho los suyo y han convertido este intento patético por dictarle a la gente como vivir en una lluvia de memes que si resultan más entretenidos


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