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Experimento de la NASA sugiere la necesidad de profundizar en busca de evidencia de vida en Marte

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Según un nuevo experimento de laboratorio de la NASA, es posible que los rovers tengan que excavar unos dos metros (6,6 pies) o más bajo la superficie marciana para encontrar signos de vida antigua porque la radiación ionizante del espacio degrada moléculas pequeñas como los aminoácidos con relativa rapidez.

Los aminoácidos pueden ser creados por la vida y por la química no biológica. Sin embargo, encontrar ciertos aminoácidos en Marte se consideraría un signo potencial de vida marciana antigua porque la vida terrestre los usa ampliamente como un componente para construir proteínas. Las proteínas son esenciales para la vida, ya que se utilizan para fabricar enzimas que aceleran o regulan las reacciones químicas y para formar estructuras.

«Nuestros resultados sugieren que los aminoácidos son destruidos por los rayos cósmicos en las rocas y el regolito de la superficie marciana a un ritmo mucho más rápido de lo que se pensaba», dijo Alexander Pavlov, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland. «Las misiones actuales del rover de Marte perforan hasta unas dos pulgadas (alrededor de cinco centímetros). A esas profundidades, se necesitarían solo 20 millones de años para destruir los aminoácidos por completo. La adición de percloratos y agua aumenta aún más la tasa de destrucción de aminoácidos. » Un período de 20 millones de años es una cantidad de tiempo relativamente breve porque los científicos están buscando evidencia de vida antigua en la superficie que habría estado presente hace miles de millones de años cuando Marte era más como la Tierra.

Este resultado sugiere una nueva estrategia de búsqueda para misiones que se limitan al muestreo a poca profundidad. «Las misiones con muestreo de perforación superficial tienen que buscar afloramientos expuestos recientemente, por ejemplo, microcráteres recientes con edades inferiores a 10 millones de años o el material expulsado de dichos cráteres», dijo Pavlov, autor principal de un artículo sobre esta investigación publicado el 24 de junio en Astrobiology.

Los rayos cósmicos son partículas de alta energía (principalmente protones e iones de helio) generadas por eventos poderosos en el sol y en el espacio profundo, como erupciones solares y estrellas en explosión. Pueden degradar o destruir moléculas orgánicas cuando penetran yardas (metros) en una roca sólida, ionizando y destruyendo todo a su paso.


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