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Reducir el consumo de azúcar para alcanzar los objetivos climáticos y de sostenibilidad

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Reducir el consumo de azúcar tendría importantes beneficios en la lucha contra el cambio climático, así como en la recuperación de las crisis sanitaria y económica asociadas a la pandemia del coronavirus. Esta es la conclusión de un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB) que analiza los posibles cobeneficios climáticos y de sostenibilidad de reducir el consumo de azúcar mediante la reorientación de las tierras de cultivo de azúcar existentes hacia usos alternativos.

El estudio, publicado hoy en Nature Sustainability, destaca que las políticas de impuestos sobre el azúcar tienen el potencial de cumplir estos objetivos competitivos, ya que el azúcar es posiblemente uno de los peores alimentos para comer desde una perspectiva de salud, mientras que tiene un gran potencial para la producción de biocombustibles.

El estudio, realizado por Lewis King y Jeroen van den Bergh del ICTA-UAB, evalúa la reorientación de las tierras de cultivo de azúcar existentes para usos alternativos. Los autores examinan tres escenarios, a saber, la UE reforestando sus tierras de cultivo de azúcar existentes, la UE cambiando sus cultivos de remolacha azucarera a la producción de etanol y la UE exportando su exceso de producción de azúcar mientras Brasil cambia sus cultivos de caña de azúcar a la producción de etanol.

Los cálculos indican que las emisiones podrían caer entre 20,9 y 54,3 MtCO2e por año en el primer escenario. Estos ahorros serían el doble de los del segundo escenario y alrededor de cuatro veces más que los del tercer escenario.

El estudio concluye que un acuerdo UE-Brasil con la UE centrado en la producción de azúcar a partir de la remolacha azucarera y que Brasil produzca etanol a partir de la caña de azúcar proporcionaría los mayores beneficios medioambientales a la sociedad. La producción de etanol de caña de azúcar ya ha demostrado ser una alternativa económicamente viable al azúcar en Brasil. Por lo tanto, el impacto económico en los agricultores tanto de la UE como de Brasil sería mínimo, lo que daría como resultado una especialización equitativa entre los países que proporciona mejoras en el bienestar mediante la reducción de las externalidades negativas. «Proporciona un claro ejemplo de cómo una amplia colaboración puede ayudar a dirigir a la sociedad en una dirección más sostenible», dice el profesor de investigación ICREA en ICTA-UAB, Jeroen van den Bergh.

Lograr esta reducción en el consumo de azúcar probablemente implicaría un enfoque similar al que ha ayudado a la UE a reducir considerablemente su consumo de tabaco en las últimas décadas: educación y políticas dirigidas al cambio de comportamiento, con un papel importante para los impuestos. Se ha demostrado que los impuestos sobre el azúcar son efectivos y políticamente populares en países como el Reino Unido y, por lo tanto, presentan un instrumento político prometedor para contribuir indirectamente a lograr los objetivos del cambio climático. La tributación del azúcar no afectará solo al uso final, sino que también reducirá el uso de azúcar por parte de los sectores de producción, como las bebidas.

«Para que las políticas de sustentabilidad sean eficientes y efectivas, debemos considerar el impacto total en los tres pilares: ambiental, social y económico. Cambiar la forma en que usamos los cultivos de azúcar presenta una estrategia atractiva desde esta perspectiva, ya que el azúcar es posiblemente el menos eficiente para su uso como alimento, además de sus impactos negativos en la salud; además, es el cultivo más eficiente para biocombustible desde el punto de vista de la energía neta”, afirma Lewis King, investigador del ICTA-UAB y primer autor del artículo.


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