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¿El «Fast Fashion» nos va a matar?

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De acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, la industria de la moda es la segunda más contaminante. Anualmente consume un aproximado de 93 billones de litros de agua, la cantidad suficiente para abastecer a cinco millones de personas. Esto equivale al 20 por ciento del derroche total de agua en el planeta.

Además es la responsable de entre el 8 y 10% por ciento de las emisiones de carbono a nivel mundial, similar a la que genera toda la Unión Europea junta, e incluso superior a la originada por todos los vuelos internacionales y transporte marítimo. Asimismo, el lavado de productos textiles deriva en aproximadamente 500 mil toneladas de microplásticos anuales en los océanos.


Las principales características de estas prendas es su bajo costo; esto es causado por la mano de obra barata, tiempo de distribución corto y por el tipo de material utilizado; con el fin de conseguir que los consumidores puedan obtener un producto que satisfaga sus necesidades inmediatas; destacan marcas como Pull&Bear, Zara, H&M, Shein, Forever 21, siendo Zara una de las empresas pionera en la moda rápida

Anualmente se confeccionan aproximadamente 150 mil millones prendas, 63 millones de toneladas. Se estima que el 30 por ciento de ese total nunca llega a venderse, incluso se calcula que la mitad de la ropa producida terminan siendo desechadas en menos de un año.

Mucha de la ropa descartada por las grandes potencias termina en gigantescos vertederos de países menos desarrollados, principalmente los africanos. Ghana, Kenia, Uganda, Tanzania, Togo, entre otros. También en naciones de otros continentes como India, Pakistán, Chile o Emiratos Árabes Unidos. Esta última, según datos de la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (ASIRTEX), es la que mayor cantidad recibe proveniente de España.

En la actualidad, China sigue siendo el campeón de la industria textil, por más que otros países hayan acaparado un mayor porcentaje de la producción mundial durante los últimos años. China exporta bienes textiles por un valor anual de $150.000 millones.

De acuerdo al portal web How Much, dedicado a explicar la economía de nuestro tiempo mediante visualizaciones sencillas. En ella se aprecia el desproporcionado tamaño de China respecto a los demás países. Su más inmediato perseguidor, Bangladesh, apenas exporta una fracción del valor económico que genera China cada curso económico: $33.000 millones. Vietnam copa el podio con $28.000 millones.

Llama la atención la resistencia del sector textil europeo, más centrado en el producto de alto valor añadido que en el fast fashion, pero igualmente poderoso. Italia, cómo no, lidera en el continente con exportaciones por valor de $25.000 millones. Le sigue Alemania ($24.000 millones, en parte por la repatriación de las líneas de producción y por las nuevas estrategias logísticas de Adidas, ahora en crisis).

La sexta en la lista es la India ($17.000 millones), y después un trío de países europeos en segunda línea, pero con cifras aún impresionantes: $16.000 para Turquía, $15.000 para España y $13.000 para Francia. Su prominencia evidencia que el sector textil sigue siendo importante para el continente, algo que no se puede decir de Estados Unidos, por ejemplo, cuyas exportaciones apenas representan una fracción de su gigantesca economía, la más grande del planeta ($6.000 millones anuales)


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